miércoles, 13 de marzo de 2013

Cuenca Minera, guerrera y dinamitera. Castillos de arena.

Peña el Fraile (Foto: Uge Fuertes)
Iba a subir la marea”. La mañana estaba revuelta, desapacible. Borrasqueaba al fondo y a breves intervalos de tiempo aparecía el arcoíris con un rayo de sol. Los caminos todavía estaban embarrados por el deshielo de las últimas nevadas y nosotros deambulábamos perdidos por la umbría de Sant Just, buscando el túnel correcto de la vía ferroviaria por la que nunca llegó a pasar tren alguno, debido al buen hacer de los políticos y dictadores españoles del siglo XX. -“Solo hay que cruzarlo y en la boca opuesta está la Peña del Fraile”-, nos decían unos amigos, que a su vez aseguraban que sería una bonita punta para nuestro catálogo a cien. Tras una hora de titubeos, marcha adelante y marcha atrás patinando por lodazales arcillosos apareció ante nuestra vista una deslumbrante aguja de  intensos colores cálidos anclada en los estratos arenosos de la formación Utrillas, aquella que sirve de techo a los lignitos turolenses de la formación Escucha.

Peña el Fraile (Foto: Uge Fuertes)
Su silueta era preciosa y la escasa vegetación circundante parecía querer imitarla. Los solitarios enebros se erguían airosos y presumidos por alcanzarla y parecerse a ella.
Ansiosos corrimos a por nuestras cuerdas, pues iba a ser un verdadero honor posar nuestros pies sobre su cima virgen y aparecer fotografiados de la mano de Uge en aquel singular entorno, pero al llegar a su base y comprobar su textura compredimos que aquella montaña era un frágil “castillo de arena” cuyo reino no era para nosotros, puesto que su escalada iba a resultar dificultosa y de muy baja seguridad. Tendríamos que “inventar mil maneras de perder la cabeza” para que fuese más sencillo trepar sin pensar dónde nos estábamos metiendo, pues los anclajes introducidos en las mínimas fisuras de aquella arenisca mal cohesionada no ofrecían ninguna garantía a soportar una caída, de este modo una señal debía ser visible en nuestra mente durante todo el recorrido: “Prohibido caerse”.
Peña del Fraile (Foto: Uge Fuertes)
Luis encima de la punta

Al final aquel obelisco arenoso de abigarrados colores fue dejándose penetrar y poco a poco, metro a metro nos situamos bajo su cumbre ante una placa lisa y tumbada en la que creíamos que nuestro taladro haría su gran labor con un sólido agujero para colocar un taco expansivo, pero nuevamente el sustrato era tan blando que el taco se extraía fácilmente con la mano. Aún así nos sirvió de apoyo y con él alcanzamos la esperada cima, disfrutando de otro éxito más en la Cuencas Mineras.
Piedra de la Fuente del Mocho (Foto: Uge Fuertes)








 




















Javier escalando en la Piedra de Utrillas


                                    Peñón de Oliete (Foto: Uge Fuertes)
Rapelando el Peñón

Aquella tarde aprovechamos para completar el día: bajando a la Fuente del Mocho en Utrillas, donde también sobre un viejo ferrocarril convertido hoy en la Vía Verde de los Lavaderos se alza otra punta rocosa que siempre nos ha llamado la atención al pasar bajo ella desde la carretera; después deseábamos subir al Peñón de Oliete, ahora que está bajo el nivel del pantano de Cueva Foradada y conseguida esta tercer punta acercarnos a Peñarroyas de Montalbán.
Castillo del Moro (Foto: Uge Fuertes)

A pesar de que nuestro frenesí duró más que la luz del sol de marzo, logramos completar el recorrido propuesto y ya bajo las luces del atardecer con el cometa PanStarrs sobre el horizonte oeste escalamos el Castillo del Moro en las calizas jurásicas del río Martín camino ya de Obón.



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