lunes, 27 de mayo de 2013

Nuestro Bco. del Huergo en la revista VerdeTERUEL de este cuatrimestre...

... "un día luminoso de verano, desde lo alto del puente medieval observo la poza algunos metros por debajo, deberíamos saltar???... por supuesto, hay que saltar!!! a continuación un estallido de diminutas gotitas, el frescor inmediato que nos libera del aplastante calor de julio y el placer de ser ya parte del agua. A Luis y a mi nos espera  una tarde llena de sensaciones y de belleza" ...


... "los barrancos, catedrales naturales hechas de minerales y agua, bañadas de sombra y luz, incitan a la aventura inmersos en un mundo insólito, pero OJO!!!  los barrancos enganchan" ...

Ven al primer encuentro barranquista turolense, septiembre 2013

domingo, 12 de mayo de 2013

Escalada clásica, deportiva y solo integral...

 
El meandro del río Martín desde la cima del Peirón en Obón

Cierto es que cuando se llega a la cumbre de una roca puntiaguda por primera vez, allí donde no hay rastro del ser humano, no queda otro remedio que acceder de un modo ciertamente peculiar. Si no disponemos de medios aéreos o grúas que nos eleven a la cima, el capricho de posarse sobre ella precisa de una escalada donde además de agarrarnos a la piedra con nuestras propias extremidades hay que buscar en ella aquellas oquedades y grietas donde se nos permita amarrarnos y anclarnos en los momentos de reposo y espera. Esto es lo que se conoce como escalada clásica.
Pero sobre el modo concreto de hacerlo se ha discutido mucho y se seguirá discutiendo mientras el hombre sea escalador.
De paso nos subimos al Peirón de Carnerón                                      Javier escalando en la norte de la punta
 
De entrada los términos: clásico, tradicional y conservador a mí siempre me parecieron de un cierto carácter retrógrado y contrarios a la evolución. En muchas ocasiones los defensores de la escalada clásica exigen al resto que no se utilicen anclajes permanentes en la roca argumentando la esencialidad del respeto a la montaña en la que defienden no debe ser  modificado ni el más mínimo grano de roca. También exigen que se mantenga el grado de exposición y riesgo ya que, dicen, este debe ser inherente y palpable en este tipo de actividad. Yo siempre comparo esta opción con una conducción en la que se pide eliminar los frenos del vehículo circulando por carreteras sin guardarraíles y con precipicios a ambos lados.

 Disfrutando de esta luminosa primavera desde la cima

En cambio los hay que prefieren colocar anclajes permanentes utilizando taladros con los que agujerear cada dos o tres metros orificios cilíndricos en los que encajarán perfectamente pernos metálicos irrecuperables que servirán para hacer muchísimo más segura la ascensión y para dejar más claro el itinerario a los que deseen escalarlo posteriormente, convirtiendo así la ruta o vía en una escalada deportiva.
Luis en la excelente y segura roca de Huesa del Común

Dos torres dominando el valle del río Aguasvivas
Desafiando la gravedad...

También queda la posibilidad de subir en solo integral, sin cuerda, sin arnés, donde el escalador además de subir con más ligereza asume un tremendo riesgo, puesto que solo son sus manos y pies, agarrados a una roca que puede no ser consistente, los que aguantan su peso en cualquier circunstancia. Si algo falla, no hay nada más. Bien es cierto que escalando no hay otra forma mejor de respetar la montaña, a no ser que uno decida quedarse en casa y no ir, porque todos los anclajes generan un impacto medioambiental por pequeño que sea, los de la escalada deportiva porque se quedarán siempre ahí y los de la clásica, porque al penetrar en la roca, también la erosionan. Si  metiésemos todo en la balanza diríamos que la sangre también mancha, aunque sea biodegradable.

Para acceder a nuestras puntas la opción más económica en tiempo y dinero ha tenido que ser generalmente la escala clásica, aunque aludiré al refrán “en la variedad está el buen gusto”, porque aunque no sea mi preferido, todavía puedo agradecer cierta satisfacción al estilo clásico más utilizado en nuestro periplo ciempuntesto, por lo menos ahora que ya puedo disfrutar muchísimo más en rutas equipadas de escalada deportiva donde reposar y caerme es un placer que me permite quedarme colgado en las alturas sin sufrir el más mínimo atisbo de miedo ni percibir riesgos mortales.

Sin embargo hoy 11 de mayo de 2013 hemos querido hacer un homenaje a estas tres formas de escalar empezando la mañana en el mismo orden que este artículo: Obón, el Peirón de la Costera Caliente en estilo clásico; Huesa del Común, Aguja Mitochi escalada deportiva y Caminreal, La piedra del Tolmo, en solo integral. Todo depende de que el nivel del escalador esté por encima o no de la dificultad elegida.

  La piedra del Tolmo y las últimas luces del día se unen para volver a convertir este único e inolvidable momento en mágico



lunes, 6 de mayo de 2013

No es país para viejos...

La piedra de la Cina en Aliaga


La primera vez que intentamos alcanzar la cúspide de la Piedra de la Cina, alguien había observándonos. Nos lo dijeron en la verbena de Nochevieja del año que anunciaba el fin del mundo según las interpretaciones modernas del calendario maya.
Por lo visto, mientras subíamos despacio, unos cazadores apostados a la espera del jabalí y aburridos a su vez, se entretenían mirándonos con su objetivo telescópico.
"¿Y si se te llega a soltar el gatillo?"- pregunte admirado y con cierto temor hacia lo que podría haber ocurrido. "¡Hombre! eso no puede pasar"- contestaba entre risas el divertido cazador.
Aquella tarde de diciembre la luz solar duró mucho menos tiempo del que necesitábamos invertir para hacer cima, por lo que tuvimos que bajarnos antes de llegar arriba sin completar el objetivo.
A partir de ese momento, apareció en nuestra mente una tarea pendiente que no podíamos borrar. Como si de un tesoro fugaz se tratase, aquello que pensábamos encontrar en la cumbre no podría esperar demasiado. Y en realidad así era, aunque no se tratara de un tesoro cualquiera teníamos que completar la tarea.

Javier escalando en el primer largo (Foto: Pilar Catalán)
Luis en el exigente segundo largo (Foto: Manolo Soriano)
Javier llegando a la segunda reunión, muy aérea

Ayer, cuatro meses más tarde de aquel primer intento, sentimos la emoción de hollar aquella inalcanzable cumbre arrastrando un cúmulo de sensaciones gestadas no solo en las ocho horas de ascensión sino cultivadas desde los días previos, soñando a cada momento como íbamos a resolver todos y cada uno de los pasos sin tregua que ya conocíamos, imaginando como sería lo que restaba hasta la cima. Miedo, atrevimiento, tensión, relajación, placer y dolor, tortura y alivio, al borde de la derrota y el fracaso, a un paso de alcanzar la victoria y la gloria. Una especie de masoquismo autocomplaciente es lo más parecido que hemos podido encontrar en los vicios humanos para compararlo a esta nuestra actividad, pero la realidad es que aquella ascensión no solo lo merecía sino que también era necesario incluirlo como táctica para poder conquistarla.


Javier en la travesía del tercer largo. Luis resolviendo por detrás

No es fácil encontrar una ruta de escalada de estas características: vertical, expuesta, exigente, difícil, larga y muy continua pero ante todo escalable, de roca consistente, protegible, con buenos asideros y algún que otro reposo. En definitiva una vía excepcional e imprescidible. Y qué decir del paisaje y sus vistas, simplemente impresionantes. La inmensa alegría al alcanzar la estrecha cumbre fue como agarrarse al extremo de una pequeña isla suspendida en el cielo.

Metido en la travesía. Foto tomada por Luis desde la segunda reunión

Desde nuestra Sky Island, pudimos contemplar emocionados uno de los mejores atardeceres que hayamos podido tener en nuestras vidas. Los reflejos brillantes de la rojiza puesta de sol en el agua de un crecido y serpenteante Guadalope nos recordó el fluir de la vida y su fugacidad.
Admirados con la maravillosa perspectiva de esta parte del valle entre Miravete y Aliaga y tras guardar en el recuerdo la imagen de ese mágico, único e irrepetible momento, decidimos poner los pies en el suelo para sentir de nuevo el fuerte latir maternal de la tierra firme. 

En la cima después de casi 9 h. de lucha contra está preciosa pero exigente pared
Para finalizar todavía nos quedeba el rápel volado de la cara este